Ciertamente la Guerra Fría marcó el destino de muchos países alrededor del mundo y estableció lo que vendría siendo un debate que hasta el día de hoy seguimos viviendo, si bien más pronunciado en algunas regiones del mundo que en otras: comunismo vs capitalismo, izquierda vs derecha. En America Latina particularmente, la estrategia de contención al comunismo desarrollada por Estados Unidos, implicó que en nuestras sociedades quedara marcada una especie de creencia que muchos hoy siguen sosteniendo ciegamente, y es que la izquierda y el socialismo son las causas de las más grandes miserias en el mundo, ejemplificada en su momento con Cuba y actualmente con Venezuela. Si bien es imposible negar que Fidel Castro gobernó a las patadas en Cuba y causó muchos estragos que hoy por hoy continuan, eso solo demuestra que el poder corrompe a quien llega allí siendo una especie de “salvador” y que su ideología nada tiene que ver allí, pues existen de hecho gobiernos de derecha que son igualmente dictadores y autoritarios. Las dictaduras de derecha que tuvimos en America Latina lo confirman. Aquí es donde entra el juego de la manipulación que venimos viviendo: la eterna Guerra Fría (una sociedad dividida y una rivalidad ideológica sin fin), en la que esta inmerso nuestro continente, y en la que Colombia obviamente no es ajena.
Esta política de criminalización al “enemigo común”, juega un papel muy importante en el triunfo de partidos de extrema derecha, excluyendo a partidos políticos y a todo aquel que piense distinto. Esto es lo que se ve justamente en Colombia, que atraviesa una coyuntura de conflicto y paz, y en donde el debate de quien gobierna debería ir mucho más allá de si es de derecha o de izquierda y debería centrarse mas bien en las competencias que aquella persona debería tener. Las estrategias de manipulación que surgen como resultado de todo esto, son las que nos hacen retroceder como sociedades y enemistarnos innecesariamente. Ahora bien, el actual gobierno colombiano llegó allí con la estrategia de manipulación y de propagación del miedo con su típica frase: “nos convertiremos en Venezuela si gana la izquierda”. No hay que olvidar también que el asenso de las derechas en America Latina, esta relacionado con el hecho de que recientemente los gobiernos de izquierda han sufrido duros reveses, como su relación en casos de corrupción. Estas situaciones permiten entrever que la izquierda y la derecha son igualmente susceptibles a caer en el circulo vicioso de corrupción, abusos del poder, aumentos de violencia y demás situaciones perjudiciales para las sociedades y ahí estriba la ceguera de muchos, especialmente acá en Colombia, con personas cuyo mundo se reduce exclusivamente a la figura del innombrable.
Pero entonces es aquí en donde los lideres de la derecha, han sabido maquillar mejor sus fallas para mantener a la clase política tradicional en el poder. Esto es lo que no nos permite ver y entender de una vez por todas que ni la izquierda ni la derecha llevadas al extremo son buenas, porque no permiten ver lo que realmente necesita cada país, porque claro, cada país contempla procesos sociales muy distintos y por extensión un manejo político casi que exclusivo. Es por esto que es muy difícil que las políticas que condujeron a Venezuela a su situación actual aterricen en nuestro país, ademas también porque las instituciones de cada país pueden llegar a ser mas fuertes y frenar en seco las andanzas de personajes autoritarios como Maduro o al mismo Uribe, que si la Corte no lo frena, aún estaría en la Casa de Nariño. Justamente en el 2018 en las elecciones presidenciales de Colombia ganó “El que dijo Uribe”. Fue precisamente este hecho lo que permitió confirmar que el verdadero poder en Colombia lo tiene Uribe.
Mi crítica no es que sea de derecha, sino que por el contrario, pienso que resguardándose en el debate simplista de siempre (izquierda vs derecha) es muy malo que se convierta en el líder autoritario y casi llegando a dictador. Él hace lo que quiere en el país, incluso poniendo presidente que satisfaga sus sueños frustrados de cuando era él el presidente. Él es el más acérrimo detractor de la JEP y tiene a Duque empeñado en acabarla (porque confunde justicia con venganza), él es quien más enemigos internos crea en el país (Petro, los venezolanos, el cuento barato del “castrochavismo”, los terroristas de las FARC, Santos, el Foro de Sao Paulo, etc.), él le enseñó a sus seguidores que la reelección indefinida es mejor cuando se trata de él que de Maduro y que debe haber una constituyente que le permita reelegirse (negando que esos son aires de dictador), y un sinfín más de cosas que nos impiden terminar viejos conflictos, y por el contrario, recrudecen la violencia, como por ejemplo el viejo cuento de la guerra contra las drogas y los paramilitares “desmovilizados” en zonas de mayor producción de coca (como en aquellas épocas de nuestro conflicto que estuvo vigente el Plan Colombia). El gobierno de Ivan Duque es la clara huella de la intromisión del Uribismo en la política. Y aquí está la cuestión, pues esto es lo que en Colombia se promueve: “estas conmigo o estas contra mi”. Quien no es Uribista es Petrista y guerrillero, o al revés, y una cantidad de calificativos absurdos que nos inventamos en el camino.
Teniendo todo esto en cuenta, me gustaría aprovechar una frase que dé un tiempo para acá Uribe ha venido usando para empezar ya la campaña política de su candidato en las elecciones presidenciales venideras : “ojo con el 22”. Volvemos a ver la estrategia simplista y reduccionista del castrochavismo, pero esta vez reducida a cuatro palabras. Realmente no podría estar mas de acuerdo con esto, a pesar de que mi interpretación de esta frase diste mucho de su verdadero propósito: infundir miedo y repetir la historia del 2018, que gane “El que dijo Uribe”. Creo que es precisamente en el 2022 que podemos ver el cambio o perpetrarlo cuatro años más. De nosotros depende que la guerra de todo tipo se acabe en nuestro país y las enemistades cesen y seamos consientes de una buena vez que defender a una persona por mas de derecha o de izquierda que sea, no va a ser bueno nunca, y menos en un país como el nuestro, marcado históricamente por el dolor y una guerra que nos ha polarizado hasta extremos inimaginables. Tenemos que pensar bien que es lo que queremos ver en el futuro y trabajar para ello, dejando de lado los dogmatismos y votando por personas y pensamientos concretos, no por una simple linea de pensamiento. “¡Ojo con el 22!”.
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