Daniel Cristancho A.
Nunca pensé que estaría de acuerdo con Álvaro Uribe Vélez; En este caso tendré que reconocer la importancia de su célebre frase “Ojo con el 22”; No obstante, hace falta recalcar la importancia del camino que se va a recorrer antes de llegar a las urnas. Dicho trayecto, puede llegar a ser más determinante que el resultado. Como dice la reconocida frase “Es más importante el camino que el destino”.
El panorama electoral es oscuro, y con justa razón. Las agitaciones sociales y económicas que preceden a la celebración de la fiesta electoral solo agudizan la importancia de esta, podría asegurarse que son las elecciones más cruciales de la historia colombiana. Una pandemia, y numerosas protestas después nos encontramos con un país marcado por la pobreza, la violencia, la desigualdad y muchos interrogantes sin respuesta Este cóctel de tragedias ha llevado a que numerosas esferas políticas se integren en la lucha por el palacio de Nariño; En la guerra por canalizar el descontento de los diferentes polos de la sociedad colombiana y transformarlos en votos; Lo anterior resulta supremamente importante puesto que, al final, estos sentimientos fuertes pueden llevar a decisiones erradas. Incentivadas por la ira y el descontento de un particular sector que se ve representado por discursos seductores de candidatos en carrera.
En la sopa de políticos, hay nombres viejos, nombres nuevos, alianzas y coaliciones, a decir verdad, jamás se había presenciado un número tan alto de candidatos en Colombia. Se pueden observar casi 20 nombres que tienen un peso sustancial, cabe aclarar que estos no serán los candidatos finales pues muchos pertenecen a coaliciones que posteriormente escogerán a su respectivo competidor. De todas formas, resulta impresionante que existan tantas opciones, algo que generalmente es bueno pero que no resulta ser el caso en el país.
La cantidad tan alta de candidatos tiene efectos positivos y negativos, por un lado, el pueblo puede verse representado o identificado con x candidato más fácilmente pues existen más opciones. Sin embargo, esto puede llegar a ser una desventaja. Pues el panorama político se vuelve incierto y los candidatos que llegarán a la recta final siguen siendo un misterio. Además, la cantidad tan alta de candidatos lleva a una difícil decisión pues resulta más complejo conocer el grueso de propuestas dadas por los distintos aspirantes. Claramente hay nombres que suenan más fuerte que otros como Gustavo Petro y Oscar Iván Zuluaga, personajes bien conocidos por casi conseguir sentarse en la silla de la casa de Nariño y que ya han asegurado su participación en la carrera final.
Otro factor igual o más importante que las elecciones presidenciales, son las elecciones legislativas que se realizarán en marzo del año que viene. La rama legislativa es la base del reglamento y del cambio en el país, es aquí donde se proponen, aceptan y niegan proyectos de ley, proyectos de ley que se postulan por los miembros de esta rama, que se escogen con votación popular. La historia es parecida a la carrera electoral; nombres nuevos y nombres viejos que aspiran llegar a una posición con el poder de cambiar las reglas del juego del país. La importancia de estas elecciones es muy alta y su trascendencia puede ser incluso mayor que la de la lucha por el poder en el ejecutivo.
La responsabilidad recae en el ciudadano que deberá elegir en el 2022 el destino del país en las urnas.
En cuanto a las elecciones presidenciales, se puede decir que tenemos una decisión sencilla por tomar, si escoger centro, derecha o izquierda, los nombres llegarán con el tiempo y las opciones se reducirán a este tridente de corrientes. La elección es individual, pero la consideración de cómo debería ser el gobierno que entrará; tiene que ser colectiva.
Hablando de colectividad, hay un punto importante por hacer respecto a las elecciones legislativas y es que en el congreso y en la cámara deben coexistir representantes de todos los polos políticos, este es el objetivo de la democracia. No obstante, es imperativo que independientemente de la orientación política de las personas que se escojan, todas deben unificarse en el respeto a ciertos principios de transparencia y compromiso. Además, es necesario que los representantes electos velen por el cumplimiento de los derechos humanos que han sido previamente vulnerados en Colombia, hablo de los derechos a las distintas comunidades y minorías (Afro, LGTBIQ+, Indígenas, mujeres, juventudes…). No se pueden tolerar discursos de odio en la rama legislativa, la idea es encontrar ese punto unificador de respeto y compromiso con el pueblo colombiano.
Todo lo anterior solo hace parte de un preámbulo, lo importante detrás de las elecciones del 2022, es el papel de los ciudadanos en la ruta hacia esta carrera electoral. Para construir un sendero tranquilo dentro de lo que cabe, hay que entender algo o, mejor dicho, hay que ponerse de acuerdo en una cosa y es que, el resultado de estas elecciones definirá el destino del país, pero también el rol activo de la ciudadanía en construir un espacio de discusión y reflexión pública también.
El compromiso ciudadano no es sencillo, pero es necesario. En primera medida, comprometerse a participar en la democracia, es absurdamente, y recalco, absurdamente importante que la población en edad de votar participe en esta junta electoral, tanto en la ejecutiva como en la legislativa. Hay que entender la responsabilidad social que implica poder votar, no solo por alzar la voz propia, sino por alzar la voz por quienes no la tienen. Muchas comunidades y grupos de personas dependen de un voto responsable de aquellos que tienen la posibilidad de hacerlo, es por esto que es fundamental la participación transparente e informada de la ciudadanía.
Sin duda alguna, el rol activo que debe tomar la ciudadanía; conlleva a que la preparación para las elecciones debe ser normalizada y fomentada. Necesitamos que los votantes voten con un propósito, con una convicción y con suficiente información para tomar aquella decisión. No estoy incitando a votar por x o y, solo invito a una reflexión sobre las opciones y sobre el destino que cada individuo quiere para el país, teniendo en cuenta también cómo esto afecta a los demás. Partiendo de lo anterior, también debe ser compromiso de nosotros como colombianos crear espacios de discusión seguros, en los que las ideas fluyan y se permita llegar a puntos medios desde los cuales se pueda construir.
El punto más importante en este camino al 2022 es la preparación emocional, y sí, suena extraño hablar de esto, pero es indispensable. El país debe entender que el resultado puede o no favorecer sus intereses personales, pero esto no debe ser motivo de discordias violentas como se ha visto en el pasado. Se sobreentiende que estas elecciones son bastante acaloradas y que inevitablemente se llegará a un resultado que dejará a grandes porciones de la población con descontentos o inconformidades, es por esto que es fundamental prepararse para esto, entenderlo y buscar encontrar la manera de unificar a los candidatos en principios que garanticen el progreso y la salud social del país. Unirnos como país nunca ha sido más importante porque nunca hemos estado así de divididos.
Esta columna no busca ser tibia, todo lo contrario, es tajante. Rechaza cualquier discurso de odio, de malaventuranza o de destrucción. Esta columna busca incitar a una democracia sana, transparente y a un pueblo políticamente activo y socialmente consciente de las necesidades de quienes habitan el territorio nacional. La invitación es a participar, a hacer ejercicio de nuestros derechos y a hacerlo con la mirada en el futuro del país. La búsqueda del bienestar común va de la mano de un gobierno escogido y respaldado por la población, con principios claros e inquebrantables. Sea quien sea la persona a la que usted le dé su voto, hágalo con el futuro del país en mente y considerando los principios que esa persona defiende. De la preparación para estas elecciones depende el bienestar del pueblo entero.
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