El periodo político-electoral de Pablo Escobar es un tema de frecuente discusión, pero en realidad nadie ha analizado lo que esas elecciones de 1982, con la participación de alguien tan notorio como Escobar, le hicieron al panorama político. Pues es importante ver cómo en los subsecuentes 9 años, Colombia pasó de tener 3 partidos políticos (y dos disidencias que se terminaron volviendo a partido de orígen) a tener 11 partidos, y para el 1998 ya eran 18 con casi cada Senador habiendo encabezado su propia lista al Congreso. Esto significó un cambio donde los partidos políticos dejaron de definir a los personajes y, en cambio, el reverso está pasando. Por un lado, la fuerza política más significante del país en este momento, el Partido Centro Democrático, es el partido creado a la imagen y visión de un ex-Presidente, y dos de los más opcionados a la Presidencia de la República para el 2022 no tienen militancia activa en ningún partido con personería jurídica, y además están en conversaciones perpetuas con varios por el aval.
En el año 1982, con su entrada al congreso como Representante suplente, Pablo Escobar utilizó su notoriedad y plata para crear grandes obras de infraestructura como sus famosas 60 canchas de fútbol en Medellín. Esto significó que para una gran población, su vivienda, sus canchas de fútbol, y casi todos los componentes de su vida eran directamente producto de Escobar, y por ellos él contaba por primera vez desde las épocas de Gaitan, con un poderío propio que se iba a mover entre partido y partido con él. Aunque luego esta forma de hacer política se haya sofisticado y se haya trasladado a lo legal, se mantuvo. Los políticos empezaron a aprender y a volver cada vez más sofisticado este modelo que empezó Escobar, inaugurando al tiempo la nueva época en la política. La política donde la imagen importa, la política donde cada vez es más fácil aferrarse a un personaje que a un partido.
En el año 2002 Álvaro Uribe Vélez se vuelve un fenómeno sin precedente con su llegada a la Presidencia, donde más que huérfano de partido fue más como la encarnación del fin de los mismos. El tenía un ejército de diferentes políticos cercanos a su movimiento, muchos candidatos al congreso como Luis Alfredo Ramos, Claudia Blum o Roy Barreras, el ex-Alcalde de Cali, Carlos Holmes Trujillo, e incluso el mismo presidenciable y nieto de Presidente, Germán Vargas Lleras; todos organizados en diferentes movimientos minúsculos, listas que solo buscaban una curul y que se desgarraban por la atención del Presidente.
Aunque con la fundación de la U (una condición de la alianza que el Uribismo hizo con las élites bogotanas, lideradas por el entonces periodista y ex-Ministro Juan Manuel Santos), logró formalizar el Uribismo en un partido, esta medida no fue total. El fenómeno llegó para quedarse y con o sin el partido Uribista, la política cambió para siempre. Los votos de Uribe eran de Uribe y del 2002 hasta el 2021 pasaron del Liberal, a Cambio Radical, a la U, al Centro Democrático, y en esos 19 años la política vió movimientos similares de figuras clave como el Petrismo que pasó de Vía Alternativa, al Polo, a Progresistas, al Verde y ahora a la Colombia Humana y el Polo nuevamente, o Alejandro Char quien, aunque hizo su nombre en el Partido Cambio Radical, aprendió bien las lecciones de Vargas Lleras y entendió que la política cambió. Al vender su cara, no la del partido, como el motor de la Barranquilla moderna se hizo presidenciable e incluso hoy charla con la U, Centro Democrático, y el Partido Liberal buscando hogar para sus aspiraciones. Puede que los partidos políticos no sobrevivan el 2022, la lealtad partidista que se heredaba de padre a hijo fue sustituida por los personalismos y la lealtad a un político particular se encuentre donde se encuentre. Lo que sí es claro es que, sin un cambio drástico, el fenómeno llegó para quedarse.
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