Con el reciente nombramiento de Diego Molano como Ministro de Defensa, tras la muerte de su antecesor, Carlos Holmes Trujillo, surgen nuevos hilos frente al ámbito de la seguridad y defensa en Colombia. En este orden, una de las críticas más rotundas fue la poca o nula preparación para asumir la cartera de defensa del país, como diría un viejo refrán: el zapatero en sus zapatos. No obstante, la preocupación de dicho ámbito es inminente debido a las voluminosas amenazas que Colombia enfrenta en la actualidad y sus respectivas consecuencias.
La seguridad es un elemento esencial del Estado, permitiéndole el uso legítimo de la fuerza sobre su población y territorio. De ahí que la función principal del Estado es proveer seguridad, puesto que sin esta es imposible el desarrollo de las demás actividades en sociedad. Por ejemplo, ¿es posible la educación sin seguridad? ¿es posible atraer la inversión extranjera sin seguridad? junto con múltiples preguntas que llevan a considerar la palabra seguridad como cimiento del Estado. Lastimosamente, en Colombia esta cartera está olvidada a pesar de las recurrentes amenazas, entre estas: Venezuela, conflictos limítrofes, Crimen Transnacional Organizado (COT), residuos de grupos terroristas, infiltraciones en la inteligencia colombiana, e innumerables dinámicas que ponen en riesgo la seguridad nacional.
Para nadie es un secreto que Colombia ha estado inmerso en una guerra interna por varios siglos, que directamente ha implicado el fortalecimiento de las FF.AA. con el objetivo de neutralizar las amenazas. Para ejemplificar, la gran capacidad exportadora de Colombia ha entrenado más de 22.000 oficiales de otros países en el desarrollo de operaciones especiales, junto con la creación de grandes iniciativas como AMERIPOL (Comunidad de policías de América) (ver aquí). Entre el 2010 y 2012, Colombia participó en más de 60 actividades de asesoramiento en seguridad y defensa, estableciendo grandes beneficios a más de 220 instituciones y 50 socios. De igual manera, en la especialidad de la lucha contra el tráfico ilegal de drogas, se consolidó el Plan de Acción de Cooperación Triangular, a la par con el Triángulo Norte en la región de Centroamérica, gracias a la iniciativa propuesta por Colombia bajo el nombre de Iniciativa Regional para América Central.
A pesar de los grandes logros a nivel internacional, las palabras “seguridad nacional” son casi inexistentes en el léxico de seguridad y defensa colombiano. Más bien, resuena la Seguridad Democrática del presidente Uribe, que consolidó grandes éxitos en medio de una Colombia devastada por el terrorismo. Según Mónica Pachón, profesora titular de la Universidad de Los Andes : “se logró grandes éxitos militares en su política de seguridad democrática, debilitando la estructura organizacional de las FARC y mejorando todos los indicadores agregados de violencia”. Indudablemente grandes resultados. La pregunta más relevante es la siguiente: ¿existe la seguridad nacional?
Sin lugar a dudas, la respuesta es no. Históricamente el escenario de orden público en Colombia no ha tenido una política vertical estable a medida que el país cambia de Gobierno. Lo anterior ha propiciado que, con el paso de los años, el problema de seguridad del país no avance hacia soluciones claras que garanticen un orden socioeconómico y político sólido. En este orden de ideas, la lucha contra los factores de inestabilidad que afectan al Estado y sobretodo la lucha contra el narcoterrorismo carece de una cultura de defensa y seguridad nacional. Para ejemplificar, durante el gobierno del presidente Uribe, el combate militar hacia las estructuras terroristas en Colombia tuvo una intensidad mucho más pronunciada, cumpliendo con la finalidad de debilitarlas y neutralizar su radio operacional. Pero en la actualidad, las fuentes de inestabilidad han recuperado su importancia en las diversas regiones. De ahí, que pareciera que lo que hacen con las manos lo destruyen con los pies.
Ahora bien, ¿cómo crear dicha cultura de seguridad nacional? Los abogados tiene una parte de la respuesta: a través de una ley que esté específicamente creada, aprobada, orientada y sancionada para luchar con dicho tema. Adicionalmente, la cultura debe ir acompañada del conocimiento de este tema, y no solo debe estar orientada hacia las FF.AA como históricamente ha sucedido, ya que un país que no conoce sus amenazas y la forma como deben combatirlas es un país sin horizonte hacia el futuro y totalmente vulnerable.
Como un Estado golpeado por un sin número de factores de inestabilidad, Colombia debería ser pionero en la aplicación de la cultura de la seguridad y defensa, junto con una ley que contemple las formas legales y legítimas de preservar sus fronteras, democracia y el Estado de derecho. Sin embargo, pareciera todo lo contrario y la pregunta que me surge es: ¿qué estamos esperando? pareciera que políticamente no es correcto.
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